Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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Legislatura: 1871-1872 (Cortes de 1871 a 1872)
Sesión: 3 de junio de 1871
Cámara: Congreso de los Diputados
Discurso / Réplica: Respuesta al Sr. Pascual y Casas
Número y páginas del Diario de Sesiones 52, 1.417, 1.418
Tema: Voluntarios de Cataluña

El Sr. Ministro de la GOBERNACIÓN (Sagasta): No importa ciertamente a los Sres. Diputados los motivos que al Sr. Pascual y Casas haya podido tener para ir desde al campo cimbrio al campo republicano; pero si no importaba esto mucho al Congreso, impórtale, sin embargo, conocer la manera cómo se ha verificado esta conversión. S. S. aceptó el programa de ese periódico, programa en el que se consignaba la Monarquía con sus condiciones y atributos esenciales. ¿Cuáles eran esos atributos esenciales de la Monarquía para al Sr. Pascual y Casas? El programa mismo los expresaba diciendo que los atributos esenciales de la Monarquía estaban en la permanencia y en la inviolabilidad. Eso es lo que resulta del programa y es extraño que lo sepa yo, que no tengo nada que ver con aquel periódico, y que lo ignore S. S. La permanencia y la inviolabilidad se consignaban allí como atributos esenciales de la Monarquía. ¿Y dónde está Ia permanencia en la Monarquía electiva? Por lo tanto, si el Sr. Pascual y Casas ha cambiado de opinión, es porque lo ha tenido por conveniente; pero no venga a decirnos que ha sido porque los cimbrios han faltado a sus compromisos, porque estos siguen por al camino que desde un principio emprendieron.

Si S. S. se ha ido a la república, ha sido porque lo ha tenido por conveniente; pero venir a decir que los que con S. S, estaban afiliados, y los que constituían [1.417] el partido democrático han cambiado de conducta, que tienen otros principios, y por eso S. S. se ha quedado sólo porque aquellos le abandonaron, no es exacto; la verdad se debe decir siempre; S. S. es quien los abandonó, porque después de haber aceptado el programa en que se aceptaba la Monarquía con sus atributos esenciales, cuando esa Monarquía ha venido y ha realizado esos atributos esenciales, se ha ido al partido republicano; buen provecho le haga a S. S. su conversión, pero no le eche la culpa a nadie.

Por lo demás, es natural que como S. S. marcha en un sentido y marcha tan deprisa, cree que los que estamos quietos somos los que marchamos en otro sentido distinto; le pasa lo que al navegante que está cerca de la costa, que cree que los objetos se mueven, cuando es él quien lleva el movimiento; cree que corren los objetos y que le dejan atrás cuando es él quien se mueve, y quien avanza; como S. S. ha dado ese salto tan grande, a mí que me he quedado en el mismo puesto, me llama S. S. reaccionario, pero no me importa nada: me llama además S. S. conservador; pero ya lo dije antes, para los republicanos federales o internacionales, soy conservador y tienen hasta cierto punto razón, porque queremos conservar la sociedad tal como existe mejorándola, mientras que ellos lo que quieren es ahogar esta sociedad para crear una nueva. ¡Hacedores de sociedad! iNo tenéis pequeñas pretensiones como si fuera una obra fácil y baladí hacer una nueva sociedad, destruyendo la sociedad antigua! iYa lo creo que somos conservadores para esos caballeros! Somos conservadores, y en este sentido soy muy conservador; soy conservador como el que más; por consiguiente, no crea S. S. que me mortifica ni que me causa daño ninguno el que S. S. me tenga por conservador, ni que crea que con todo y con esto pretendo plaza en ninguna parte; estoy bien en donde estoy, donde he estado siempre sin pretender entrar en nuevas agrupaciones ni pedir plaza en ninguna parte. A S.S. que la pretendió de republicano, se la concedieron y se la concedieron de buen grado; ¿puede creer que yo la voy a solicitar? Estoy bien donde estoy y me encuentro bien donde me encuentro. Dice S. S. que tal vez sea neófito yo y que se me haya admitido con desconfianza; pues tenga S. S. cuidado, por que como neófito le pueden haber admitido los republicanos pero con desconfianza, aunque aceptando la adquisición; por lo demás, S. S. está equivocado; si yo en alguna ocasión he atacado las medidas represivas, ha sido porque los Gobiernos que tienen a su disposición las medidas preventivas, no deben ser severos en Ia represión, porque para eso previenen y pueden prevenir; y entre los grandes inconvenientes, alguna ventaja tiene el sistema preventivo; pero cuando se desprenden los Gobiernos, como sucede a los Gobiernos liberales, de los medios preventivos y no tienen más que la represión, ésta naturalmente ha de ser pronta, enérgica, severa y dentro de las leyes; pues ¿qué quiere S. S., que el Gobierno se desprenda de toda clase de medidas y no adopte ni medidas preventivas, ni de precaución, ni tampoco medidas de represión? Pues estaría bien la sociedad.

No hay remedio; los Gobiernos liberales tienen esto; deben ser más duros y más enérgicos en la represión que los Gobiernos absolutos y reaccionarios, que pueden impedir el delito mucho mejor que los Gobiernos liberales, que tienen que cruzarse de brazos muchas veces, aceptando el mal que debe tener lugar, y que como no lo pueden impedir, tienen después que castigarlo. Aquí se confunde todo; las medidas preventivas, las de precaución y las de represión; pero lo que es duro, terrible y que no se puede resistir, y que debe ser atacado, es que un Gobierno que pueda evitar ciertos actos, los castigue después que se verifiquen; esto es una crueldad; pero cuando el Gobierno está desarmado y no puede prevenir ciertos actos, el que los ejecuta ya sabe que se expone a una fuerte represión; y así es que si yo he condenado algunas veces la represión, ha sido porque no era consecuencia de los Gobiernos que la llevaban a cabo; déme S. S. un Gobierno que pueda adoptar las medidas de represión que tenga por conveniente y en el sistema político adopte todas las medidas preventivas que juzgue convenientes para la conservación del orden público, y ese Gobierno, si es enérgico y severo en la represión, es cruel; pero, si está desarmado y no puede tomar medidas preventivas; si el ciudadano sabe que puede cometer un delito y lo comete, y después no tiene represión, le digo a S.S. que estaríamos buenos, y mucho mejor estaríamos con los federales y Ios internacionales. Insisto, pues, que S. S. no tiene razón; las autoridades de Barcelona cumplen con su deber: cumplen con su deber como conviene a las circunstancias difíciles en que Cataluña se encuentra; y ya que no como cuestión política, y como cuestión de partido (como cuestión de partido no me puedo poner a discutir con S. S.), como amante de Cataluña, yo les aconsejo que sigan una conducta distinta de la que están siguiendo, porque no conozco más malo para Cataluña, que perjudique más a los intereses de Cataluña que la conducta que siguen los representantes de Cataluña que pertenecen al partido federal.

 En la paz y el sosiego de Cataluña está basada su prosperidad, el desarrollo de sus grandes intereses, el fomento de su industria. Si por la conducta que habéis seguido hasta aquí, si por la tolerancia que queréis que se tenga con algunos desmanes que deseáis se cometan, Cataluña pierde el sosiego y la tranquilidad, perderá su industria y las provincias catalanas, que son las Ilamadas a ser las más prósperas en este país, serán las más desgraciadas. Por consiguiente, ya que no os mueva el interés de partido, ya que no os mueva la cuestión política, ya que no os mueva la cuestión social, ya que no os mueva la cuestión de orden público, como representantes que sois de la Nación, que os mueva por lo menos el interés de las provincias catalanas: si no, tanto peor para vosotros que las provincias catalanas; comprenderán algún día los daños que las habéis hecho y también lo comprenderán las clases a quienes creéis que defendéis y que no estáis haciendo más que perjudicar.



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